Lo bueno que tiene una clase presencial es que el docente y el alumno pueden interactuar, y en particular el docente puede entender específicamente qué hace que el estudiante no comprenda un tema específico.
Creo que esa interacción directa no puede suprimirse del todo.
Aunque sí puede reducirse y ser complementada con otras alternativas, que cuantas más haya mejor, para ajustarse a la comodidad y posibilidad de cada uno.
Comparto.
Además de aprender de su docente, los alumnos aprenden entre sí. En cuanto al docente, si no es un muñeco, podrá aprender de sus alumnos más activos.